SALTA

Una lucha de años

Comunidad wichí de Embarcación denuncia la tala indiscriminada e intromisión en su territorio

Durante más de 12 años la comunidad Honat Le Les ha denunciado la tala indiscriminada de sus tierras, los hostigamientos por parte de los terratenientes y el impacto ambiental que este accionar causa.

Comunidad wichí de Embarcación denuncia la tala indiscriminada e intromisión en su territorio

La comunidad wichí Honat Le Les (Hijos de la tierra) sigue en la lucha por el reconocimiento de su territorio para poder frenar la tala indiscriminada que sufren en su zona. Sus tierras se encuentran cerca de Embarcación, abarcan 3.400 hectáreas según el relevamiento territorial realizado por el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas enmarcado en la Ley 26.160. Sin embargo, la finca está reconocida como “Tres Pozos” en la Dirección de Inmuebles de la Provincia, cuyos titulares registrales son de apellido Ortega Velarde.

Esta denuncia por parte de los nativos no es nada reciente, los originarios llevan más de 12 años reclamando por distintas vías por los avances de los terratenientes en su zona, quienes  extraen madera y finalmente convierten esas tierras en plantaciones de soja y de poroto. En esta selva se puede encontrar una amplia variedad de árboles nativos: urundeles, palos blancos, palos amarillos, cebiles y palos borrachos.

En el 2009 un grupo de 20 mujeres viajó a Buenos Aires a hablar con las autoridades para expresarles la problemática por la que estaban atravesando su comunidad, que hasta ese momento era compuesta por alrededor de dos mil personas. En este viaje denunciaron que no se respetaba la prohibición de tala del monte nativo ni se relevaban los impactos que implicaba seguir con esa destrucción, también hicieron referencia que era la única selva de yungas que había en el municipio, y el único pulmón ecológico.  En esta oportunidad decidieron representarse solas y no a través de ONG’s porque sentía que no lograban avances cuando la denuncia tenia intermediarios.

Con los años siguió una lucha silenciada por las empresas y sus cómplices, donde la tala siguió con total impunidad, lo que sumó otro problema: Los aludes.

Al realizarse las extracciones, se afloja la tierra, y con las lluvias se va erosionando el suelo, el resto de las maderas que no se pueden quemar cuando llueve las arrastra el agua, poniendo en peligro a los habitantes de la zona. A esto se le suma el poco mantenimiento de las petroleras que dejan caños a la intemperie y que varias oportunidades se han producido fugas y explosiones por los troncos que el agua arrastra e impactan sobre estos.

Lucio Palavecino, fiscalizador general de la comunidad, reclamó que “los blancos” (como los llaman los miembros de la comunidad) ingresan al territorio a sacar madera presentando permisos de dudosa legalidad, extendidos por laempresa Agropecuaria Suipacha SA. Aseguró “El monte para nosotros es el mercado, el hospital, el corralón y hasta el Ingenio, porque nos da la miel”, denotando así la importancia de los bosques nativos para ellos.

Actualmente la lucha sigue, la organización Greenpeace Argentina se acercó hacia la Comunidad wichí para dialogar con ellos y denunciar la tala indiscriminada que sufren. Una de las representantes afirmó que desean “Que haya una seguridad, que nos respeten como indígenas, porque aquí se dice que no somos los dueños, pero somos los dueños”, también denunció que cortan y venden madera, pero que después le cargan la culpa a ellos, afirmando que “los indios son los que cortan, los indios son los que venden”, siendo despectivos con su comunidad, los verdaderos dueños de los que los grandes terratenientes roban, destruyen y venden.



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